A finales de los años 60, en plena efervescencia política chilena, surgieron las brigadas muralistas como una poderosa herramienta de propaganda en apoyo a la candidatura presidencial del socialista Salvador Allende. Integradas por jóvenes militantes de diversos orígenes —obreros, artistas, estudiantes, hombres y mujeres—, estas brigadas no solo fueron un medio de difusión política, sino que desarrollaron un lenguaje visual propio que las convirtió en uno de los fenómenos artísticos más relevantes de la historia de Chile.
Lejos de limitarse a pintar consignas o logotipos partidarios, las brigadas crearon un repertorio gráfico único, en el que el color y la simbología popular jugaron un papel clave. Su impacto trascendió lo meramente estético, transformándose en una nueva forma de hacer política en el espacio público: una estrategia de intervención directa sobre la realidad social y un testimonio visual del proceso político que vivía el país.
Tras el golpe de Estado de 1973, las brigadas muralistas —al igual que toda expresión cultural vinculada al gobierno de Salvador Allende— fueron duramente reprimidas. La dictadura militar impuso censura, persiguió a sus integrantes y desvalorizó sistemáticamente su legado. Muchos muralistas enfrentaron la represión, mientras que otros se vieron obligados a partir al exilio.
Sin embargo, lejos de desaparecer, el proyecto de las brigadas muralistas sobrevivió en los países que acogieron a los exiliados. En este nuevo contexto, antiguos miembros y otros artistas refugiados revivieron las brigadas o formaron nuevas, adaptando esta práctica artística a las nuevas condiciones (Ver Fig.1).

En los últimos años, vestigios de los murales pintados por artistas chilenos en el exilio han sido redescubiertos y revalorizados en ciudades como Constanza, Ámsterdam, Milán, París y Los Ángeles, entre otras. Estos hallazgos han impulsado diversas iniciativas para estudiar, conservar y patrimonializar estas obras, reconociendo su valor histórico y cultural.
Uno de los esfuerzos más destacados es el trabajo liderado por la Dra. des. Rudman en la Universidad de Constanza, donde ha encabezado un proyecto de restauración y memorialización del mural creado por la Brigada Salvador Allende en esa institución (Fig. 2). Como parte de este proceso, organizó un evento conmemorativo en torno a su restauración y reinauguración, en el marco de los 50 años del golpe de Estado en Chile.

Otros esfuerzos han sido llevados adelante por los propios muralistas exiliados, como es el caso de Mono Carrasco, integrante de las Brigadas Ramona Parra y exiliado en Italia, quien en los últimos años ha restaurado decenas de murales alrededor de Italia y creado nuevas obras. Además, algunas iniciativas de restauración y conservación han surgido desde el ámbito privado, como en Ámsterdam, donde el mural de Osdorpplein ha sido incorporado al nuevo edificio residencial construido en la zona por la empresa constructora, que ha solicitado a los muralistas su restauración (Fig. 3).

Gracias a financiamientos obtenidos del Deutsches Forum für Kunstgeschichte en París, el Zentrum für Kulturwissenschaftliche Forschung y el Zukunftskolleg de la Universidad de Constanza, durante los últimos tres años el Dr. Barria Bignotti y la Dra. des. Rudman han construido una base de datos con información recopilada sobre estos murales. Hasta la fecha, esta base de datos reúne más de 100 documentos, incluyendo artículos de prensa, actas de organizaciones políticas y resoluciones de municipalidades, y 537 fotografías. A partir de este material, ha sido posible identificar un total de 262 murales, pintados en 24 países diferentes (principalmente en Europa, pero también en otras regiones como Estados Unidos, Mozambique y México), así como a 165 muralistas, entre ellos mujeres, hombres, exiliados y artistas locales.
Este proyecto busca comprender el fenómeno del muralismo chileno en el exilio desde una perspectiva global, resaltando estas obras como testimonio de una red de solidaridad internacional y reivindicando su valor patrimonial, no solo para la memoria chilena, sino también para los países que acogieron a los exiliados.
Gracias a la realización de la base de datos sobre los murales se ha podido escribir una serie de artículos académicos sobre el tema, como el artículo Chilean Muralism in Exile: On Solidarity and Transnational Memory publicado el 2024 en la revista inglesa Alternautas. Además les investigadores han realizado una serie de visualizaciones que permiten observar el fenómeno del muralismo chileno en exilio a escala global, tal como una cartografía donde puede verse la ubicación de los murales ( Fig. 4)

Hasta ahora, la mayor parte de la información recopilada y los murales identificados en Europa provienen de países como Francia, Alemania, Holanda e Italia (Fig. 5). Aunque existen algunos registros sobre murales en Suiza, la información disponible sobre este país sigue siendo limitada. Se cuenta con documentación detallada de obras realizadas por artistas reconocidos, como José Venturelli en la École de Balexert, pero se sabe muy poco acerca de los murales creados por otros exiliados o brigadas muralistas.




Por ello, los autores de este proyecto hacen un llamado a quienes puedan aportar información sobre murales pintados durante el exilio, ya sea en Suiza o en cualquier otro país. Toda contribución será fundamental para seguir reconstruyendo esta historia y darle el reconocimiento que merece. Para cualquier contribución o información sobre murales del exilio, pueden contactarnos en muralesenexilio@gmail.com.